Editorial
Rusia está jugando un peligroso papel internacional como proveedor de armas a numerosos países del mundo. Lejos del papel solidario, internacionalista y de clase que impulsaba la URSS, el nuevo gobierno ruso se abre camino en la fabricación de armas dispuestas para quien pueda pagarlas. Es por eso, que el apoyo a países que acuden a su mercado para defenderse del imperialismo, es tímido y falso.
En el caso de Siria, el gobierno ruso trata a Siria más como un buen cliente que como una víctima del imperialismo de la OTAN que merece ayuda. En el capitalismo no caben los principios morales, ni el sacrificio ético.
Hace unos días, el mismo gobierno ruso aseguraba que si la ONU autorizaba un ataque a Siria, participarían en la agresión.
La escalada armamentista internacional, la agresividad del imperialismo europeo y norteamericano y sus apetencias guerreristas, pueden sentar las bases para una agresión entre las superpotencias que no augura un futuro estable para la humanidad.
Hoy nos llega la noticia del compromiso del gobierno ruso a suministrar armamento y tecnología a Libia y a "proporcionar formación militar, según ha comunicado este martes el ministro ruso de Exteriores, Serguéi Lavrov, en una rueda de prensa conjunta con su homólogo libio, Mohamed Abdelaziz.
Los especialistas rusos se encargarán de entrenar tanto a policías como a militares, aunque los primeros serán los efectivos de servicios fronterizos. Los cancilleres no han dado muchos detalles, pero comentaron que Moscú y Trípoli van a tener numerosos proyectos conjuntos destinados a garantizar la seguridad regional en África del Norte y frenar el contrabando de armas."
La fuerzas mercenarias que derribaron a Gadafi con la ayuda criminal del imperialismo, será la receptora de tan "humanitaria" labor del gobierno ruso.
Los pueblos tienen el deber de liberarse de los regímenes capitalistas para abrir las puertas de la paz y justicia.
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